Abstract:
Esta máxima de Spinoza, uno de los más profundos filósofos modernos, no suele tener aplicación a las cosas de la vida, cuando tanta verdad encierra. Antes de comprender, nuestras lágrimas son inútiles, pues no tienen causa ni objeto; y aún pueden ser impertinentes,, porque las estamos vertiendo quizá en ocasiones en que debemos regocijarnos de esta divina facultad con que el Criador nos ha dotado con nombre de inteligencia. Ahora indignarnos de cosas inocentes, cosas que por ventura merecen la corona de la virtud...