Resumen:
En el año de 1863, un naturalista ruso llamado
Anthoskoff se encontraba en la
Siberia septentrional, después de haber recorrido
el Cáucaso, siguiendo el hilo de ciertos
secretos de la ciencia, que él tenía en el ánimo sacar a la luz del mundo. Esas comarcas
desdichadas no conocen la vegetación, ni los
ojos del viajero haMan nunca sombra de árbol
donde se pongan en cobro del resplandor hostil que los persigue. El haya, hija de fierro de
la roca fría, se detiene en las pendientes de
los Montes Urales, sin atreverse a dar un paso
hacia las planicies áridas donde reina el hielo,
describiendo con su centro un círculo aterrante
al rededor del polo.