Resumen:
Patilargo llanudo, de un color indefinido entre bayo y gris. Leal corre jugando por el camino. De cuando en cuando se
detiene, se vuelve a mirarme y ladra, ladra hacia el dorado sol
de setiembre.
Nos conocimos una tarde. El era un pobre perro sin dueño y sin
abrigo, que se moría ele hambre en una cuneta del sendero Yo, un
soñador meditabundo. Le dí ele comer. Sus pupilas se clavaron en las
mías con infinito agradecimiento. Y así fue como, desde aquel día, el soñador meditabundo y el pobre
perro del camino idealizaron juntos, en la paz de los campos, bajo el sol
dorado de septiembre...