Resumen:
Los que recibimos con el arrullo maternal el cristiano mandato de
amar al prójimo como a nosotros mismos, tuvimos que cavilar mucho cuando
al correr los años, ya en plena juventud, pocos de sus días no transcurrían
entre guerras y rapiñas. Mientras más brillaba la antorcha del Progreso y más afines parecían volverse los intereses de la humanidad, ésta multiplicaba sus luchas para el reparto de la tierra.