Resumen:
Durante el largo periodo de los dos y medio
siglos que hemos recorrido, la presidencia de Quito no cambió en nada su fisonomía política. Sin
tener derechos que ejercer, participación a que
aspirar, ni lecciones gubernativas ni municipales
que recibir, 'os pueblos, como en 1550, siguieron
incomunicados sin trabar su vida con los demás
de la tierra. Si exceptuamos la jerarquía eclesiástica,
para la cual no estaban cerradas del to·
do las puertas que dan entrada a los más eminentes
destinos de la Iglesia, la presidencia, para las
otras clases sociales, no tenía derecho ninguno a que aspirar.