Resumen:
Con verdadero furor ecuestre suele celebrarse
la popular fiesta de San Pedro y San Pablo en la
Sabana Grande.
Y decimos con furor ecuestre, porque ya se
sabe que ésta es la festividad hípica por excelencia:
el que quiere celebrarla y contribuir a la mayor
honra y gloria de los santos apóstoles, tiene que
montar a caballo, o en su defecto en el primer jumento
que le venga a mano y lanzarse a galope
como los cosacos del desierto.
No sabemos que San Pedro o San Pablo se hayan
distinguido por la equitación, ni siquiera dedicádose
a la veterinaria, que es oficio afine; pero
aquí sornos así, singulares en nuestras devociones...