Resumen:
El viejo Caran, undécimo Shiri de Quito, se halla sumergido en una meditación profunda. En vano los palaciegos investigan la causa que motiva el desaliento del anciano monarca; en vano le recuerdan sus victorias y conquistas; no consiguen deshacer una sola arruga de su frente. En vano inventan juegos en que hacen prodigioso alarde de destreza en el manejo de la lanza, de la macana y del dardo: no logran que aparezca una sonrisa en su fisonomía. Una tarde, el príncipe se hallaba más sombrío que de costumbre. Un jefe caranqui se decidió a interrogar al soberano.