Resumen:
Mi intención no es reprobar ni condenar ciertas prácticas accidentales, con que, así en las iglesias como en las casas, la devoción del mes de María se suele convertir, por desgracia, en espectáculo religioso, acompañado muchas veces de ruido y estrépito: no tengo derecho para condenas estas prácticas; pero las deploro. Así pues, el Mes de María conviene celebrarlo, ante todo, con espíritu de compunción y de retiro, y no con distracción y esparcimiento: es muy indispensable proponerse al fin del mes una comunión fervorosa...