Resumen:
No hay revolución efectiva, real en ninguna sociedad, si el cambio de instituciones políticas y leyes secundarias no está ahí demostrándola. La legislación positiva de un país es el sello de la gloria o la marea de infamia que en la personalidad de todo un pueblo imprimen los nuevos principios de la revolución verdadera. Sobre todo la penalidad, la brutalidad o las restricciones racionales de la jurisdicción y lo procederes judiciales son el termómetro que revela si ha subido o bajado la civilización, por la virtud de la actividad del fuego celeste o infernal de la revolución. Si al empuje de la promovida por el partido imperialista y católico, partiendo que no concibe la vida social sin un par de amos por derecho divino, cayera fracasada la República en Francia...