Resumen:
Voy a tomar la pluma, no porque yo crea que la honra de las personas bien nacidas pueda encontrarse jamás a merced de la insolencia de cualquier perverso, hijo de la casualidad, ni porque suponga que el criterio humano, si no hay alguna barrrera que lo impida, se desvía fácilmente y se va en pos de simples aseveraciones, protestas y juramentos, ni de los más grandes engaños y artificios de la malevolencia y pravedad, acostumbradas a reírse de la buena fe y de las leyes; ni mucho menos porque haya sospechado que mis superiores y amigos empiezan a negarme un ápice de su estimación y confianza, que tan caras me son, sino, únicamente, porque el nombre de la milicia nacional se encuentra envilecido, y porque el Congreso del presente año muy bien podría depurar el Ejército, restablecer su buena reputación y devolver el brillo y esplendor que han perdido las armas de la Patria.