Resumen:
Hubo un día memorable que vio el dolor de un hombre que no quería ser consolado: en el más alto aposento de una casa situada en la alameda Monceau en París, inclinado junto a una mesa, solitario y casi tétrico agoniza D. Juan Montalvo, no de enfermedad sino de pesares; todas las amarguras de su agitada vida, todos los desengaños de su ideal acariciado, sus ilusiones de adolescente amortecidas y los olímpicos desdenes de sus querellas, habiánse dado pavorosa cita y refluían en ondas amargas a ese corazón hasta entonces indómito y bravío a fuerza de estoicismo. Como el albatros en la tormenta ha estado siempre a flote, pero ahora se sumerge sin remedio. Conmovió a las multitudes y sólo hay silencio en torno suyo...