Resumen:
El pequeño y grave nombre Pedro figura en
todos los idiomas conocidos, y en todos ellos, sin
excepción alguna, está unido a la leyenda, sea ésta
de odio, crueldad o arrojo, ira o. rencor: jamás
de bondad. Es su característica histórica, vale decir su hado astral, predestinado desde la oscura
noche de los tiempos.
Hay que ver que la vida de los titulados Pedros ha sido siempre combate, pugna perpetua con
el ambiente, con los hombres, con Dios, a pesar
de que su simbolismo exacto deviene de piedra, que
es lo inmutable, lo eterno, lo inmóvil. No cabe pensar
en la existencia del Apóstol Bíblico sin recordar
la espada cortadora de orejas, el gallo de las negaciones y los rezongos en In portería del cielo,
como no puede concebirse la duración en la literatura
del Pedro Schernihl sin la venta del alma al
diablo por la bolsa de Fortunato o de Urdemalas
sin sus picardías.